Y una luna roja iluminó nuestro atardecer. ¿Romántico verdad? ¿O simplemente un reflejo de nuestra realidad?
Sea como fuere, cuando el rojo intenso se transfiere en mitad de la noche, algo especial sucede. Algo que sólo nuestra naturaleza conoce bien y nosotros intentamos explicarnos.
Pero, ¿por qué hoy? ¿Por qué aquí? Casualidad, quizás… o quizás no. Quizá ella quería regalarnos ese momento. Deleitarnos con algo tan mágico como una luna rojiza.
Y el destino quiso que ahí estuviera, en buena compañía, observando los matices de la naturaleza. Esa misma que debemos cuidar y de la que debemos aprender.
Esa misma que nos regala momentos inolvidables para que, precisamente, no olvidemos lo que le debemos. Nuestra propia vida y todo lo que nos rodea.